Durante el año 2024, 6,78 millones de trabajadores firmaron 15,42 millones de contratos en España. Esto supone una rotación media de 2,27 contratos por persona, según las estimaciones publicadas recientemente por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Esta cifra apenas difiere de la registrada en 2023, que fue de 2,26, lo que sugiere una importante conclusión: la tendencia de mejora en la estabilidad laboral parece haberse estancado.
¿Qué nos dice este dato?
Tras la entrada en vigor de la reforma laboral a finales de 2021, muchos sectores empezaron a mostrar una reducción progresiva de la temporalidad y un incremento en los contratos indefinidos. Sin embargo, los últimos datos apuntan a que la capacidad transformadora de la norma en términos de reducción de la rotación contractual ha llegado a su límite. La mejora se ha ralentizado e incluso ha comenzado a estabilizarse, reflejando que la normativa, si bien efectiva en su inicio, ya no genera el mismo impacto.
¿Dónde se concentra la rotación?
El grupo de trabajadores con contrato indefinido presenta un índice de rotación bastante más bajo: 1,26 contratos por persona. Dentro de este grupo, los contratos procedentes de conversiones desde temporales o de modalidades bonificadas mantienen un índice estable de 1,01, es decir, prácticamente un solo contrato firmado en el año.
Estos datos revelan una realidad clara: la rotación está concentrada en aquellos trabajadores que son contratados “desde cero”, sin ninguna relación previa con la empresa. En otras palabras, el verdadero foco de inestabilidad sigue estando en las nuevas incorporaciones, donde la contratación múltiple aún es muy común.
¿Qué implicaciones tiene este estancamiento?
La reforma laboral fue efectiva, pero su efecto inicial se ha disipado.
La rotación alta sigue viva, especialmente en sectores donde los contratos siguen siendo muy breves.
El reto ahora es cualitativo: no basta con más contratos indefinidos, sino que se necesita mejorar la calidad y duración de esos vínculos laborales.
Las políticas activas de empleo y de formación deben adaptarse a esta nueva realidad para reducir la volatilidad estructural.
¿Qué se puede hacer?
Fomentar incentivos para la permanencia de los trabajadores más allá del primer año.
Apostar por la formación y recualificación, para reducir la dependencia de sectores con alta rotación.
Profundizar en la segmentación de los datos, para entender dónde y por qué persiste la inestabilidad.
Conclusión
Aunque los indicadores de rotación han mejorado respecto a los niveles previos a la reforma, el ritmo de avance se ha frenado. La cifra de 2,27 contratos por trabajador es un aviso: queda mucho camino por recorrer para lograr una contratación realmente estable y sostenible. La clave no solo está en cuántos contratos se firman, sino en cuántos empleos de calidad se mantienen.