En los últimos años, España ha experimentado un notable aumento de los impuestos que ha impactado significativamente en su competitividad fiscal. Desde 2019, la presión fiscal ha crecido de forma sostenida, lo que ha provocado una caída drástica en los índices internacionales que evalúan la capacidad de los países para atraer inversiones y fomentar el crecimiento económico. En 2024, España ocupa el puesto 33 de un total de 38 países analizados, lo que refleja una pérdida preocupante de competitividad en comparación con sus pares.
Las organizaciones empresariales y los agentes económicos no han tardado en manifestar su preocupación. Argumentan que los niveles de fiscalidad actuales son «contraproducentemente elevados» y advierten que no existe margen para incrementos adicionales sin desencadenar efectos negativos más pronunciados. Entre estos efectos, destacan el estancamiento de la inversión, que sigue por debajo de los niveles de hace cuatro años, y un incremento en las deslocalizaciones empresariales, una tendencia que amenaza con debilitar aún más el tejido productivo del país.
¿Es viable una subida de impuestos?
Los expertos del Instituto de Estudios Económicos (IEE) plantean que la reforma fiscal demandada por la Unión Europea no necesariamente pasa por un aumento de impuestos. Por el contrario, sostienen que lo que realmente busca la UE es estimular el crecimiento potencial de las economías europeas, algo que podría lograrse mejor mediante una política fiscal que reduzca la carga impositiva y fomente la actividad económica. Según los especialistas, una bajada de impuestos puede generar efectos multiplicadores en la economía: mayor inversión, creación de empleo, y un fortalecimiento del consumo interno.
Además, los datos internacionales refuerzan esta postura. Muchos países de la OCDE con estructuras fiscales más competitivas han conseguido atraer inversiones significativas y estimular sectores clave de sus economías. En contraste, el caso español evidencia que un enfoque excesivamente recaudatorio puede convertirse en un obstáculo para el desarrollo empresarial y la innovación, alejando capitales y oportunidades hacia entornos más favorables.
El impacto en la inversión y el empleo
Uno de los efectos más preocupantes del aumento de impuestos en España es la ralentización de la inversión. Desde 2019, los niveles de inversión en el país han disminuido, reflejando una pérdida de confianza de los inversores en el entorno fiscal y económico. Este fenómeno tiene repercusiones directas sobre el empleo y la creación de nuevas empresas, elementos fundamentales para garantizar el crecimiento sostenible de la economía.
Por otro lado, la alta presión fiscal también está fomentando la deslocalización de empresas. Muchas organizaciones, especialmente aquellas con capacidad para trasladar sus operaciones a otros países, están optando por entornos más atractivos en términos de costos impositivos. Esto no solo implica una pérdida de ingresos fiscales para el país, sino también un deterioro del tejido empresarial y una reducción en las oportunidades laborales para los ciudadanos.
La necesidad de un cambio estratégico
Ante este escenario, es imprescindible replantear la estrategia fiscal del país. El objetivo no debe ser solo cumplir con las demandas de la Unión Europea, sino también adoptar un enfoque que garantice la sostenibilidad económica a largo plazo. Reducir los impuestos podría ser una herramienta clave para recuperar la confianza de los inversores y fomentar un crecimiento económico sólido y equilibrado.
Este cambio estratégico implicaría no solo ajustes en las tasas impositivas, sino también una revisión integral del sistema fiscal. Sería necesario simplificar el marco regulatorio, reducir la burocracia asociada a la actividad empresarial y garantizar una mayor eficiencia en el uso de los recursos públicos. Estos pasos podrían situar a España en una posición más competitiva a nivel global, atrayendo inversiones y generando oportunidades de crecimiento para todos los sectores de la economía.
Conclusión
La pérdida de competitividad fiscal en España es un tema crítico que requiere atención inmediata. La política fiscal actual, centrada en un aumento sostenido de impuestos, ha demostrado ser insuficiente para estimular el crecimiento económico y, en muchos casos, ha generado efectos adversos. Es momento de replantear el enfoque y adoptar medidas que promuevan una economía más dinámica, innovadora y competitiva. Solo así será posible revertir la tendencia actual, fortalecer el tejido empresarial y garantizar un futuro más próspero para el país.